viernes, 11 de marzo de 2016

OAXAQUEÑOS DE QUINTA

Para los estándares nacionales, nos gobierna un político pobre de ingresos/ Foto: sinembargo.mx

Cuando se lanza la expresión: ‘Oaxaqueños de quinta’, se intenta decir una cosa que generalmente la gente común trueca por esta otra: existe un nivel específico para cualquier mortal nacido en esta entidad federativa. En el mundo de las apariencias, la expresión alcanza una modalidad de compresión (acción y efecto de comprimir), que no se distingue el alcance despectivo al que nos lanzan los números duros de la macroeconomía. Con esta expresión, el factor ‘cinco’ nos lanza categóricamente (al número metafórico 32) a todos los oaxaqueños sin distinción, a la voracidad colectiva mexicana que nutre, afianza y determina, que somos una carga para la nación, pero, además, somos una condición única de frustración y derrota colectiva, que merece la pena resaltar.

Hasta el momento, no se ha dado un panorama respecto de esta versión que permaneció oculta por todo el tiempo en el que nos desarrollamos como seres acríticos, generando de manera gratuita una discriminación endógena dentro de la discriminación exógena: literalmente una ‘discriminación dentro de la discriminación’. De esa expresión, el país ha cavado su propia tumba discursiva de nación contemporánea y de convivencia pacífica, pues, en parte, los regalos que le ha dado a la población oaxaqueña son bicoca de oportunidad que alienta a los ingenuos: es como si un felino entrenara para la caza a su cría con la presa atrapada entre sus garras y la presa en vez de zafarse de tan dilemático peligro cooperara con su propia victimización.

Iremos por partes, y de manera sucinta:

1. “Oaxaca es una, con respecto de sus males”. La unificación de comprimir a su clase social en este remedo de versión sociológica, involucra a su clase política. Una casa de 7 millones de dólares (la casa de San Felipe del Agua que el pintor Sergio Hernández evidenció como ostentación del actual gobernador del estado), no es suficiente para que la sociedad mexicana la declare ostentosa, es decir, sigue siendo un gobernador pobre (con escaso dinero propio) quien dirige el estado de Oaxaca. De ahí que muchos ex gobernadores oaxaqueños, les haya hecho publicidad gratuita la denuncia que la prensa nacional le incrimina como operaciones inmobiliarias en el exterior que deberían investigarse.
Los oaxaqueños somos su folklor, no hay occidentales en este contexto/Foto: Maleno

2. “Oaxaca vive del subsidio nacional que inversamente proporcional a su desarrollo productivo obtiene como recurso propio”. Y sigue la mata dando, pues ahora con el folklor que nos sobra, los ‘pueblos mágicos’ deberían ser nuestros en alta proporción, para adjudicarse inversiones culturales de índole comunitaria, una vez aclarado que es la entidad con variante lingüística y diversidad étnica altamente competitiva. La cara bonita de la entidad se ha llenado de antropólogos y etnólogos que se aventuran a torcer los designios de una afición por la evidencia de forma que no es la pesquisa de fondo: la Guelaguetza. ‘Los oaxaqueños son los danzantes’, es la reducción o compresión (acción y efecto de comprimir) de una simplificación social que genera ‘discriminación positiva’ a los pobladores urbanos (no pertenecientes a una etnia, occidentales aunque nativos de estas ancestrales tierras). Pero como la gente urbana, en una proporción considerable tiene la pinta de reminiscencias étnicas, la quinta expresión de esta entidad también la ubica en la simplificación de no verse reflejada en la modalidad de desempeño contemporáneo: comercio de alto calado, empresariado socialmente responsable, inversionista de capital redituable en el manejo de acciones en bolsa, sociedad de capital variable y responsabilidad limitada de una cooperativa de producción o de consumidores, inversor en tecnología de desarrollo o de desempeño en redes y un amplio etcétera. De ahí que ser ‘quejumbroso’ sea la opción, ante una reacción nacional adversa.


Lo que pasa en Oaxaca en materia educativa es una expectativa de la que se nos juzga/Foto: Jorge Luis Plata

3. “Lo que se ve no se juzga, es expresado con mayor intensidad cuando se trata de Oaxaca”. Esta fraseología de simplificaciones oscuras y de aseveraciones ocurrentes declara una alternativa de opinión que se dice fácil de ignorar, pero importante de corregir. Oaxaca es todo y es nada para la opinión resultante que se sale de nuestro contorno y entorno. Todos somos responsables del vandalismo magisterial sea que connote aspiraciones legítimas o no. De Oaxaca sale el personal magisterial premiado que fue evaluado para enfatizar el logro de una decisión política de Estado, en donde la reforma constitucional pasó por el control legislativo y se asumió como legal. De eso también somos responsables, pues se juzga que en Oaxaca es decisivo lo que ocurra en materia de educación, cuando no es necesariamente así la situación de repercusiones críticas que debe contemplar una trascendencia histórica de todo el entramado que involucra aspectos torales y no solamente mediáticos.

De esta manera, la expresión que dio título a este artículo, tiene una parte de verdad: los demás nos destacan para todo lo atrasado que quieran considerar como atención a los dictados que impone la sociedad en todos los rincones de la república mexicana, exceptuando esta provincia.

Twitter:@JNMIJANGOS

(Publicado en +Noticiasnet.mx Voz e Imagen de Oaxaca, 11/03/2016, p.12A)